viernes, 27 de diciembre de 2013

La libertad individual como un compromiso social.


¿No debería ser una persona responsable de lo que le ocurre? ¿Por qué deberían asumir otros la responsabilidad de influir en su vida? El economista y Premio Nobel por sus contribuciones al análisis del bienestar económico Amartya Sen expone en su conocido libro “Desarrollo y libertad” una amplia visión acorde a la realidad práctica de lo que es la idea de libertad y del desarrollo, sobre la cual elaboró su satisfactoria teoría de la justicia posteriormente. La libertad debe ser entendida como la capacidad de los individuos de tener las oportunidades de elegir la vida que ellos quieren llevar, sin limitarse a la concepción de los llamados libertarios o liberales que no se preocupan en absoluto de si algunas personas disfrutan de las oportunidades o son sistemáticamente privados de ellas, centrándose exclusivamente en los procedimientos del mercado obviando en las condiciones en las que se tiene acceso a él; mientras que el desarrollo, debe ser percibido como un proceso de expansión de las libertades fundamentales de los individuos que permitan el aumento de sus capacidades.

La siguiente reflexión es un resumen del capítulo de este libro que lleva a su vez el título que encabeza este texto, sobre cómo la responsabilidad exige libertad para ser ejercida:
“La idea de que cada uno es responsable de su vida y que otros no deberían asumir la responsabilidad de influir en la vida de otros encaja perfectamente en la forma de pensar actual. Yendo más allá, algunos individuos sostienen que la dependencia de otros mina la iniciativa y el esfuerzo individuales, e incluso la dignidad personal.
[…] Sin embargo, las libertades fundamentales de que disfrutamos para ejercer nuestras responsabilidades dependen extraordinariamente de las circunstancias personales y sociales, así como del entorno. Un niño al que se le niega la oportunidad de recibir una educación elemental no solo padece una privación cuando es joven, sino que, además, se le perjudica para toda su vida, ya que es una persona incapaz de realizar algunas cosas básicas para las que hay que saber leer, escribir y calcular. El adulto que carece de los medios necesarios para recibir un tratamiento médico contra una enfermedad que padece, no solo es presa de la morbilidad evitable, y posiblemente de la mortalidad eludible, sino que, además, también se le niega la libertad necesaria para hacer algunas cosas (para él mismo y para otros) que quizás desee hacer como ser humano responsable. El trabajador sometido que nace en condiciones de semiesclavitud, la niña subyugada reprimida por una sociedad represiva, el indefenso trabajador sin tierra que carece de medios significativos para percibir una renta, sufren todos ellos carencias no solo desde el punto de vista del bienestar, sino también desde el punto de vista de la capacidad para llevar una vida responsable, algo que solo puede hacerse disfrutando de ciertas libertades básicas.
La razón para que la sociedad apoye socialmente la expansión de la libertad de los individuos puede considerarse, pues, un argumento a favor de la libertad individual, no un argumento en contra. […] La alternativa a confiar exclusivamente en la responsabilidad individual no es, como se supone a veces, el llamado Estado paternalista. Existe una diferencia entre vigilar las elecciones de una persona y crear más oportunidades para que los individuos puedan elegir y tomar decisiones importantes, y puedan actuar entonces de forma responsable.”

En definitiva, las oportunidades sociales, políticas y económicas a las que tenemos acceso limitan y restringen inevitablemente la libertad individual, debemos centrar nuestra atención en la expansión de la libertad no solo como fin primordial, sino como el medio principal para el desarrollo. Los trascendentales poderes del mecanismo de mercado han de complementarse con la creación de oportunidades sociales básicas para conseguir la equidad y la justicia social, e incluso la eficiencia que se le supone y que muchas veces queda en entredicho por los resultados conseguidos, cuestión de la que se percató el mismísimo adalid de la libertad Adam Smith; firme defensor del uso de los mercados donde funcionasen bien y caricaturizado a esta abstracción que empequeñece el hombre que fue, obviando el resto de su obra; que en oposición a su famoso ejemplo sobre el carnicero, el cervecero y el panadero, y el papel mutuamente beneficioso del comercio movido por su “egoísmo”, desarrolla en su argumento del despilfarrador y el aventurero lo engañosas que pueden llegar a ser las señales del mercado y, cómo las consecuencias del libre mercado pueden significar un gran despilfarro de capital y recursos sociales. Considerando lo planteado por Sen y antaño por Smith, contrario a la sabiduría convencional sobre el que es considerado como el padre de la economía moderna, cabe hacerse la siguiente pregunta en referencia a la opinión pública de una tradición política y económica tan limitada que se centra únicamente en el papel del mercado ¿hay alguien más opuesto a la libertad que aquellos que se denominan hoy liberales?.


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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Devastación de alta frecuencia, la última revolución en los mercados financieros.


La actual globalización financiera construida sobre la desregulación y libertad de los movimientos de capitales comenzada en la década de los 80; reforzada y fomentada después por las innovaciones en las tecnologías de la información, ha permitido operar en mercados financieros muy alejados geográficamente y de distintos husos horarios. Recientemente, se ha venido produciendo otra gran transformación en el mundo de las finanzas que nos explican en el documental francés “Trading de alta frecuencia”. Esta forma de operar está basada en órdenes de compra-venta, introducidas por los agentes financieros en unos ordenadores que denominan agentes robotizados, para un volumen y precio determinado de las acciones y en unas condiciones específicas, que son efectuadas en microsegundos; avanzada tecnología para la especulación siguiendo la máxima de comprar barato y vender caro.


Estas transacciones de alta velocidad poseen un elemento espacial pues, cuanto más cerca se esté del centro neurálgico financiero, más rápido circularán las ordenes de compra-venta; motivo por el cual según refleja el documental, la actividad de la Bolsa de París ha sido trasladada a la City de Londres, el principal centro financiero de Europa. Recibir la información y efectuar órdenes una milésima de segundo antes proporciona una ventaja frente al resto de competidores del mercado que puede proporcionar beneficios de millones de euros a los agentes financieros, sin embargo, la consumación de miles de estas órdenes por segundo hace a estos mercados más inestables y más volátiles. Aunque sus defensores argumenten que episodios de alta volatilidad no sean sucesos frecuentes, basta con que ocurran una vez para que miles de inversores pierdan todo su dinero y se lleguen a crear efectos devastadores sobre la economía real. La historia nos muestra que los episodios de fuerte volatilidad en los mercados de valores son acompañantes frecuentes de la reciente globalización financiera y, de una magnitud tan dañina en sus manifestaciones en la economía real, que debería ser un tema de extrema importancia para los gobiernos de todo el mundo no menospreciar estos riesgos, pues la preocupación surgida tras la quiebra de Lehman Brothers parece ser que se ha evaporado de la opinión pública así como de la agenda política.

Otra característica del Trading de alta frecuencia es su estrategia de operar en el mercado basada en algoritmos, el secreto mejor guardado de los agentes financieros que operan de esta forma, y que supone un problema de información imperfecta que va más allá de la capacidad de los grandes intermediarios financieros de evaluar la información frente a otros agentes, o del acceso a información privada que no tienen otros agentes. Además, este tipo de operaciones de alta velocidad dificultan la actuación de las instituciones supervisoras o reguladoras de los mercados de valores facilitando diversos fraudes como la saturación y las interferencias; como se expone en el documental con el caso de un “trader” holandés, condenado con una multa irrisoria por beneficiarse del efecto rebaño que él mismo provoca en el mercado, tras poner una trampa en la que otros inversores cayeron. Si un operador individual puede hacer tal manipulación del mercado, ¿qué no podrán hacer los grandes operadores institucionales?, esto supone otra muestra más de que los mercados financieros no son eficientes y de la existencia de avanzadas técnicas de arbitraje, que apunta más a una dinámica inestable que de equilibrio en los mercados financieros, sin entrar a valorar aquí la teoría de la agencia, el desigual acceso a la financiación y posibilidades de apalancamiento de los agentes, la estabilidad desestabilizadora de la cual habla Hyman Minsky, o los “animal spirits” que trataba Keynes y que el galardonado con el Premio Nobel de Economía Robert Shiller ha vuelto a poner de actualidad.

Las inversiones marcan el ritmo de la economía; y si los gobiernos siguen permitiendo que ésta función se parezca al funcionamiento de un casino, sumada a la anarquía del capital en un mundo global con diferentes reglas de juego, las cosas no harán más que seguir empeorando sin vislumbrar horizonte alguno de mejora. ¿Será la Tasa Tobin eficaz para limitar en buena medida los efectos de la especulación? Los resultados obtenidos en Francia parecen indicar que para los inversores “extranjeros” no supone dificultad alguna evitar el impuesto; además de ser una medida totalmente inútil sobre los efectos de transmisión de volatilidad que puedan producirse, dada la mayor integración de las economías de los países por motivo de sus vínculos comerciales y financieros y, en especial, por reacciones de los inversores por causas no relacionadas con los fundamentales del país.


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