miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Cambiará la Economía? En memoria de Ronald Coase


Recientemente ha fallecido el profesor Ronald H.Coase, premio Nobel de Economía en 1991 por su estudio de los costes de transacción y derechos de propiedad en torno al problema de las Externalidades. Una externalidad se produce cuando la producción de un bien o servicio afecta a la producción de otros bienes o servicios de otros agentes económicos, tanto sea para bien o para mal, el ejemplo más común es el del humo de una fábrica que provoca efectos nocivos en los que ocupan las propiedades vecinas. Coase encontró que la variable clave es la definición de los derechos de propiedad y que una correcta definición de estos derechos, junto a la negociación entre las partes, consigue someter el problema a criterios de mercado sin la intervención del Estado y los costes que genera y que según el autor “bien pueden producir más daño que la propia deficiencia original”. Es necesario señalar que el denominado Teorema de Coase no implica la desaparición de la extenalidad, sino el logro de un óptimo social por compensación entre las partes.
Esto es lo que expone en su conocido y citado trabajo “El problema del costo social” publicado originariamente en The Jornal of  Law and Economics (1960).

Cómo crítica al proceso de correción de externalidades que propone Coase vía compensación a través del mercado, hay que decir que no siempre es posible determinar quien es responsable del problema, o incluso puede que no haya un grupo diferente a la sociedad misma, lo que da origen a tentativas tanto de corrección como de provisión por parte del Estado. También, el supuesto de que sería posible llegar a un acuerdo general entre los actores a fin de determinar un nivel apropiado de compensación da pie a un problema de revelación de preferencias, ya que los agentes podrían tener incentivos para comportarse estratégicamente acerca de su valoración de los efectos externos. Mas relevante aún es el hecho de que no siempre se da el caso de que los actores posean la necesaria información y/o que los costes legales asociados a una posible negociación sean ínfimos.
Si bien su obra es una contribución muy importante para la ciencia económica, mi atención se centra en la coherencia que exhibía en torno a la manera de ver y abordar los problemas a los que intenta dar respuesta la ciencia económica, rechazando el imperialismo económico y haciendo un llamamiento al estudio interdisciplinar para la consecución de soluciones, reclamando un cambio en la economía, como demandó en una conferencia en la Universidad de Missouri del año 2002 titulada “Por qué la economía cambiará” y publicada en la web del Ronald Coase Institute, de donde extraigo el siguiente extracto:

“Adam Smith fue un gran hombre, fue quizás el más grande economista, pero la diferencia entre lo que ha sucedido en la economía y lo que encontramos en las ciencias naturales como la física, la química o la biología es realmente extraordinario. Isaac Newton fue un gran hombre, hizo una gran contribución, pero no vamos a crear hoy una conferencia basada en la física de Isaac Newton, o en la química de Lavoisier, o en la biología de Charles Darwin. Charles Darwin fue un gran hombre, pero ya no podemos aceptar sus puntos de vista sobre la herencia y por lo tanto de cómo funciona la evolución. Los cambios en la física, la química y la biología continúan hasta hoy.
No se podría dar un curso hoy en día sobre la base de lo que la gente creía hace cincuenta años en la química. Y si se toma la biología, el enfoque ha cambiado por completo por Crick y Watson con el ADN.

Ahora, en un curso sobre economía moderna aún puede utilizar los Principios de Economía de Marshall publicados en 1890 (hace más de cien años ), o aún podría utilizar Economía de Samuelson, primera edición, publicada pienso en 1948.

[…]Lo que creo que es importante es que los economistas no estudian el funcionamiento del sistema económico. Es decir, ellos no piensan que están estudiando un sistema con todas sus interrelaciones. Es como si un biólogo estudia la circulación de la sangre fuera del cuerpo, no llegaría a ninguna parte, pues no sería capaz de discutir la circulación de la sangre en una forma sensata; y eso es lo que sucede en la economía de hecho, el sistema económico es extremadamente complicado. Tiene grandes empresas y pequeñas empresas, empresas diferenciadas y empresas estrechamente especializadas, empresas integradas verticalmente y empresas de una sola etapa, tiene además las organizaciones sin fines de lucro y entidades gubernamentales, y todos unidos, operan para formar el sistema total. Pero, ¿cómo una parte afecta a la otra?, ¿cómo se relacionan entre sí?, ¿cómo funciona realmente?, no es lo que la gente estudia. El error está en la falta de ver el sistema como objeto de estudio.
Ahora, ¿cómo se ve? El estudio puede tener cien años. Pueden pasar doscientos años. Pero de todos modos, debemos comenzar.
[…] Debemos invitar a estos otros profesionales en otros campos en nuestro mundo para que nos ayuden en la comprensión de cómo funciona realmente el sistema económico.

Éstas ideas pueden verse reflejadas en su texto de 1960 en el estudio de las externalidades, donde señala que El costo de ejercitar un derecho (de usar un factor de producción) es siempre la pérdida que sufre la otra parte como consecuencia del ejercicio de ese derecho: la incapacidad para cruzar la tierra, estacionar el auto, construir una casa, disfrutar de un paisaje, tener paz y tranquilidad , o respirar aire puro” así como que “debemos tener en mente que un cambio del sistema existente que conduzca a un mejoramiento en algunas decisiones puede muy bien conducir a un empeoramiento de otras”.

¿CAMBIARÁ LA ECONOMÍA? Como Coase, creo que debe cambiar y que cambiará, en la medida de que la política incentive tales cambios o, simplemente, les de cabida a los ya hechos dentro de su línea de actuación, que deben venir precedidos de una apertura de la ciencia económica y todo avance dentro del entorno académico hacia la sociedad civil, pues el stablishment asentado hoy en los gobiernos mira para otro lado a las alternativas que proponen desde Premios Nóbeles hasta reputados economistas académicos, cuestión de intereses.

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2 comentarios:

  1. Friedmann, en una entrevista loaba a la economía de mercado por ser la forma más eficiente de asignar recursos. Le preguntaba al entrevistador si conocía un sistema mejor. El entrevistador no dijo ni mu. Eran los tiempos de la guerra fría y "el otro modo" sólo podía ser eso que se ha dado en llamar, erróneamente, comunismo. Es decir, la economía de planificación soviética.

    El entrevistador no dijo nada, pero deberíamos preguntarnos que entendemos por efectividad. Es mucho más efectivo, si entendemos la economía como la entienden los nuevos monetaristas, es decir, como una empresa centrada en la venta, el trabajo esclavo.

    Si se instaura el esclavismo el factor de producción gana enormemente en competitividad. Baja el salario hasta nivel de subsistencia (o reposición de factores), dispone de flexibilidad horaria total, y cuando es defectuoso para el trabajo se puede vender por un valor residual, recuperando parte de la inversión, o se puede prescindir fácilmente en una fosa con cal.

    Es economía numérica, efectividad de la oferta.

    El problema es definir efectividad. El problema es no olvidar la primera clase de economía. ¿Para qué sirve la economía?

    Qué producir
    Cómo producir
    Para quién producir

    Aquí está implícito que sociedad queremos ser, que valores humanos incorporamos a nuestra organización económica.

    Recordar que la organización económica es sólo una parte más de la organización social, y que las dos se afectan mutuamente.

    Si cambia la sociedad cambia la economía, si cambia la economía cambia la sociedad.

    Las externalidades son la norma, no la excepción, pero es mucho más fácil hacer modelos aplicando un ceteribus paribus amplio.

    Coase intentó monetarizar esos valores, para darles un valor económico y que entrasen en juego en los mecanismos preparados para medir únicamente valores monetarios (o con precio, más bien)

    Esas teorías se han empleado, sobre todo, en la llamada economía ecológica, en su primera versión, que era más bien una economía de la ecología.

    Pero las cosas hay que llamarlas por su nombre. Tenemos que tener claro cual es nuestro destino, nuestro objetivo. Deberíamos de tener claro que modelo de sociedad queremos ser para saber que economía debemos ser.

    Lo demás son herramientas que se aplican a la economía, pero por muy ducho que uno sea con las herramientas no debería de perder de vista que es aquello que quiere conseguir. El fontanero que sabe usar el destornillador no se vanagloria porque ha podido dar tres vueltas de rosca al tornillo por su habilidad o su fuerza, sabe que está apretando una abrazadera, que sella una fuga porque tiene como objetivo que no salga más agua.

    Últimamente sale mucho economista de las universidades muy hábil con el destornillador, acostumbrado a que le digan que tornillo hay que apretar o a hacer un estudio de cómo apretar mejor el tornillo, pero se pierde de vista que lo que hacemos es para tapar una fuga. Las cabezas pensantes son otras, y el economista se va contento a casa porque ha conseguido sacarle una vuelta de rosca más al tornillo.

    Pero esta vez estaba arreglando el garrote vil, sólo que no lo sabía.

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  2. Gracias por su comentario Juan, muy buen aporte.

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