martes, 12 de marzo de 2013

Mandeville y Keynes, la colmena del sur de Europa


En su Teoría General John Maynard Keynes, el economista más influyente del siglo XX -hoy ignorado por la ortodoxia dominante-, expone en un capítulo los antecedentes incompletos” de su teoría, si bien no en general, partes de ella, como bien él mismo reconoce en las ideas de autores mercantilistas (y otros no mercantilistas anteriores que él), quienes fueron los primeros que se dieron cuenta de la relación entre la tasa de interés y la cantidad de dinero para la suficiencia del aliciente para invertir con objeto de encontrar una fórmula que permitiera a la curva de la eficiencia marginal del capital ser elevada, así como el achacar los males de la desocupación a la insuficiencia del otro elemento constitutivo de la demanda efectiva, la pequeñez de la propensión a consumir, ignorado por la economía clásica, y que es lo voy a tratar en esta entrada.

Es común leer y escuchar en estos días que en los países del sur de Europa, “hay que desincentivar el consumo en beneficio del ahorro”, que consumimos por encima de nuestras posibilidades; esto es así, con la idea de impulsar la inversión y con ello la ocupación; sin embargo, no se tienen en cuenta las complejidades e interdependencias del mundo real que determinan la formación de cada una de las variables, dándose por hecho que todo ahorro irá a la inversión de bienes de capital, obviando la preferencia por la liquidez, característica principal de la volatilidad de los mercados financieros de hoy en día, puramente especulativos e inestables, y que la economía clásica también ignora.
Como oposición a ello y como reflexión, creo que sirve bien a tal propósito, -y así lo creyó Keynes al incluir un comentario sobre ello en su obra-, el texto de la Fábula de las abejas de Bernard Mandeville “El panal rumoroso o la redención de los bribones”, un poema alegórico en el cual se manifiesta el espantoso apuro de una comunidad próspera, en la que a todos los ciudadanos se les ocurre de repente abandonar la vida de lujo y al estado reducir los armamentos, en interés del ahorro:

Ya es  fraude la carestía
y al más altivo le basta
la moderación que gasta;
 ya ni el más necio se fía
de la torpe algarabía
de corredores traviesos.
¡Vayan a otra parte esos
que <<por mendrugos de pan>>
coches y caballos dan
y finca y otros excesos!
¿A qué mantener galeras
y compañías armadas
en regiones alejadas
y en hazañas extranjeras?
¿Qué orgullos, qué borracheras,
qué funestas vanidades
buscan gloria en las crueldades?
Solo es lícita la guerra
cuando defiende la tierra,
derechos o libertades.

La altanera Chloe

Hoy tan solo se atavía
con un vestido por año.

¿Y cuál es el resultado?

¡Ay, pero en este concierto
del comercio y la honradez
el panal de antigua prez
se va quedando desierto!
Pues si el vicio a chorro abierto
despilfarraba millones,
alimentaba montones
que hoy se quedan sin oficio,
y echando menos el vicio
emigran a otras regiones.
¡La propiedad despreciada,
abandonadas las glebas,
la maravilla cual Tebas
con música edificada!
La más suntuosa morada,
lujo de sus moradores,
con carteles delatores
se ofrece al mejor postor.
sobran artista y pintor,
pedreros y constructores.

Mandeville concluye: “El gran arte para hacer que una nación sea feliz y lo que llamamos floreciente, consiste en dar a todos y cada uno la oportunidad de estar empleado; y para obtenerlo, hágase que la primera preocupación del gobierno sea promover una variedad tan grande de manufacturas, artes y oficios como la inteligencia humana pueda inventar; y la segunda, estimular la agricultura y la pesca en todas sus ramas, que se obligue a toda la tierra a esforzarse lo mismo que el hombre. La grandeza y la felicidad de las naciones deben esperarse de esta política y no de las frívolas regulaciones de la prodigalidad y la frugalidad; porque déjese que el valor del oro y de la plata suba o baje, el bienestar de todas las sociedades dependerá siempre de los frutos de la tierra, del trabajo y de la gente; cosas ambas que, acopladas, son un tesoro más cierto, más inagotable y más real que todo el oro del Brasil o la plata del Potosí.”

¿Se convertirá el sur de Europa en el panal de las abejas de Mandeville donde la gente queda sin oficio y emigra a otras regiones? En la colmena española, esto ya es un hecho.


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1 comentario:

  1. Excelente entrada Esteban. No hay como volver a leer un blog para encontrar las maravillas que hay ocultas en él.

    Un abrazo, @adriantsn

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