domingo, 24 de febrero de 2013

Carta abierta a todos los defensores de las políticas de ajuste del gobierno


A todos los ciudadanos/as que defienden a capa y espada con una fe inquebrantable, casi mística, a nuestros gobernantes desde el comienzo de la crisis y a pesar de la debacle social que sufrimos y en la que nos es imposible apreciar el final del túnel por el camino tomado por nuestros representantes políticos, esos que hemos elegido democráticamente en las urnas; si bien con una ley electoral hecha a su medida y un debate público prácticamente inexistente, con discursos victoriosos, eslóganes atractivos y aplausos sin más, independientemente de lo que se diga en ellos, sin crítica, sin alternativas, sin exposición de los hechos, siguiendo una estrategia de marketing en la que ni siquiera se ensalzan los atributos del producto, sino que, se limita a exponer los trapos sucios del contrario, y todo con la gran contribución a la causa del servil periodismo oficial, brazo propagandístico y alienante del régimen vigente y que responde a los intereses de sus propietarios; a todos vosotros, va dirigida esta entrada.

Me entristece de sobremanera vuestra capacidad de etiquetar y actuar contra los movimientos sociales y las protestas de ciudadanos activos y hartos de unos representantes políticos que no solo no miran por los intereses de la sociedad, que no sirven al pueblo que les ha elegido, que es la justificación de su cargo; sino que usan la política y el dinero público para crear y mantener sus redes clientelares o aumentar su patrimonio personal; ya sea a nivel local, municipal, autonómico o nacional; y cuya respuesta a la actual “crisis” es destruir las bases del Estado de Bienestar que tanto ha costado construir gradualmente a lo largo del tiempo, desmantelar el cierto nivel de igualdad de oportunidades y desarrollo de nuestra sociedad, cuyas deficiencias en vez de afrontarlas, se ha decidido institucionalmente, aumentarlas. No paro de escuchar día tras día vuestras críticas a las personas que luchan por los derechos de todos, la mayoría ciudadanos de bien, apartados de toda idea de radicalización: autónomos, trabajadores asalariados, amas de casa, estudiantes, jubilados y parados, argumentando que son antidemócratas por alzar la voz y salir a las calles a reclamar que las decisiones políticas atiendan a sus intereses, personas que en su libertad, como vosotros que tanto los demonizáis, reclaman una alternativa que no nos lleve a la miseria y la exclusión social, donde diariamente caen ciudadanos que han visto como en los últimos cinco años sus vidas se desmoronaban y cómo su propio gobierno no sólo no les daba soluciones, sino que les empujaban hacia abajo, trasladando la riqueza desde la base de nuestra sociedad hasta la cima, hacía las grandes empresas y grandes fortunas, cuya situación contrasta enormemente con la situación general de la gran mayoría de todos nosotros, en un país con casi seis millones de parados, la mayor cifra de desempleo de la OCDE.

La conflictividad social existente hoy en las calles de España, o de Portugal, país en el que me encuentro actualmente; se refleja muy bien en estas palabras del político y filósofo inglés del siglo XVII John Locke:“Dado que el legislativo no es más que un poder fiduciario para cumplir ciertos fines concretos, el pueblo sigue manteniendo un poder supremo para expulsar o alterar el legislativo, siempre que consideren que el legislativo actúa en sentido contrario a la confianza puesta en ellos. Pues todo poder que se entrega para el cumplimiento de un fin, tiene como límite ese mismo fin, y siempre que esa finalidad se vea manifiestamente contrariada o incumplida, se ha de retirar forzosamente la confianza, con lo que el poder retorna, necesariamente, a las manos de aquellos que lo entregaron, los cuales lo pueden depositar en las manos de otros, cuando así lo consideren conveniente para su seguridad y salvaguardia. De modo que la comunidad retiene a perpetuidad el poder supremo de sustraerse a los manejos y designios de cualquiera, también de su legislativo, siempre que su comportamiento sea tan cretino o demente como para idear y llevar a cabo medidas que atenten contra la libertad y propiedades –(aquí entran también los derechos)-  de los súbditos. Pues ningún hombre ni sociedad tiene el poder de renunciar a su preservación y, en consecuencia, a los medios para procurársela, a favor de la voluntad absoluta y el dominio arbitrario de otro.”

Una vez dicho esto, voy a centrarme en el argumento central del gobierno sobre el que justifica cualquiera de sus destructivas decisiones, esto es, el DÉFICIT en los presupuestos del Estado. Al igual que los argumentos que vemos en los medios de comunicación continuamente, quien defiende al gobierno y criminaliza a todo el que levante la voz contra él, más allá del conflicto partidista que algunos tienen por pertenecer a algún grupo que defienda un discurso cerrado; vosotros, defensores de las actuaciones del gobierno, repetís una y otra vez la misma teoría ¿Cómo vamos a gastar más de lo que ingresamos? La economía del Estado funciona igual que una economía doméstica, debe tener un presupuesto ajustado para no caer en el impago, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y argumentos de este estilo. Bien, pues ahora vamos a ver qué de cierto hay en tales afirmaciones

1). Los presupuestos de los Estados no son semejantes a los de las economías domésticas ni funcionan como tal, los hogares pueden recaudar impuestos o de emitir deuda pública, ni tienen las funciones de todo tipo que corresponden a los Estados, yque directamente, conforman los presupuestos. Tal comparación simplemente es absurda y no tiene ninguna base.

2). El déficit en un entorno como el actual donde "Los consumidores no consumen, los productores no producen, las financieras no financian y los trabajadores no trabajan" en palabras del presidente del Consejo Económico y Social de Portugal Silva Peneda; caerá en un proceso acumulativo que se denomina “bola de nieve”, es necesario entender la dinámica de la deuda pública. La menor recaudación a través de impuestos debido al declive de la actividad económica y el mayor gasto debido a los estabilizadores automáticos en tiempos de crisis, y especialmente, el pago de intereses de la deuda que se van acumulando sin que exista crecimiento, provoca que el déficit persista y el volumen de la deuda vaya aumentando, todo ello con la gran ayuda de los recursos que el Estado deja de ingresar debido a los nichos fiscales que hacen que las empresas y grandes rentas tengan una tasa impositiva efectiva menor que PYMES y trabajadores, como mostró, por ejemplo, el multimillonario Warren Buffet en unas declaraciones; y sobre todo, por el dinero que se evade en paraísos fiscales por grandes empresas y grandes fortunas, dinero procedente en su mayoría de rentas del capital y no del trabajo, a las que cada vez se ha ido gravando en mayor medida en contraste con el capital. Los trabajadores están bien sujetos a impuestos en donde trabajan y no tienen la posibilidad de “deslocalizarse”, si bien existe cierta economía sumergida que se hace necesaria muchas veces tras la nefasta legislación que penaliza ser autónomo y permita la continuación de la actividad de la empresa; cosa que de otra forma sería imposible y aún así para muchos lo es, motivo por el que han procedido al cierre cientos de miles de empresas desde el comienzo de la crisis, este montante es ridículo comparado con lo que dejan de pagar las grandes empresas y fortunas, un montante que según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda supone el 71% de un volumen de evasión fiscal total que superaba en el año 2011 el 23’3 % del PIB. Lo curioso que quienes están contra el déficit del Estado y son defensores de las políticas de austeridad más enérgicamente intenten legitimar con sus argumentos sobre la fiscalidad a quienes evaden impuestos. Evidentemente, siguiendo esta lógica aplastante, sino existiesen impuestos no existiría evasión fiscal, pero ¿Se puede juzgar la fiscalidad sin tener en cuenta los gastos que permite financiar?

También es muy corriente, tras las grandes movilizaciones, decir que los ciudadanos que se manifiestan y protestan no proponen medidas, esta afirmación viene directamente de su nulo interés en escuchar siquiera las reclamaciones y argumentos de quienes protestan. En una situación en la que hay multitud de alternativas a probar y que solo basta voluntad política para poner en marcha, más allá de la vía única de la austeridad que nos tratan de vender y que nos llevan implantando desde 2010 nuestros gobernantes, que cuentan con el apoyo de las instituciones europeas e internacionales, y que han producido unos efectos devastadores en nuestras variables macroeconómicas y el presupuesto del Estado, que se reflejan en el drama social que hoy vivimos, muchas iniciativas destinadas a luchar contra esta crisis y el sufrimiento innecesario creado y que se pueden poner en marcha, iniciativas que circulan por la red, blogs, y que promueven todo tipo de movimientos y asociaciones, de colectivos profesionales de la economía, de la medicina, o de la enseñanza, cada uno en su especialidad, a las que todo el mundo puede acceder por Internet si se interesa en buscar e informarse.

Contrasten, analicen y evalúen los resultados y efectos de tales políticas, déjense de partidismos, de etiquetar a las personas y escuchen sus argumentos ¿Quiénes son antisistema y antidemocráticos? ¿Son legítimas las quejas y demandas de los ciudadanos que salen a la calle? Ir a las urnas cada cuatro años es condición necesaria pero no suficiente para una sociedad democrática, la democracia se hace día a día siendo el pueblo quien delega funciones y el encargado de controlar las instituciones, pedir responsabilidades y transparencia a quienes las ocupan, éste no es solo nuestro derecho, sino nuestra obligación como parte de la sociedad.

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