lunes, 2 de enero de 2012

Globalización Versus Occidentalización

¿ Es la globalización realmente una maldición occidental? Con está pregunta empieza el que definen entre los economistas como “la conciencia moral de la profesión económica Amartya Sen, en su libro Primero la gente, la mejor interpretación de la globalización que he tenido la oportunidad de leer, y que, junto a unas reflexiones sobre la equidad de Bernardo Kliksberg incluidas en el mismo libro, me parece oportuno compartir.

A lo largo de miles de años, la globalización ha contribuido al progreso del mundo a través de viajes,de migraciones, del comercio, de la difusión del conocimiento y la comprensión, de la cultura. La alta tecnología en el mundo al año 1000 de la era cristiana abarcaba, entre otras cosas, el papel, la imprenta, la ballesta, la pólvora o la carretilla, que eran inventos de uso difundido en China, pero practicamente desconocidos en otros lugares, y que la globalización dispersó por el mundo. Lo mismo ocurrió con la influencia de oriente sobre las matemáticas y la ciencia muchos siglos antes.
Los agentes de la globalización no son exclusivamente europeos ni de occidente, pues Europa hubiese sido mucho más pobre y atrasada si se hubiese opuesto en aquellos momentos a estos avances, por lo que carece de sentido que hoy otras zonas del mundo se opongan a la globalización de la ciencia y de la tecnología por estimar que representan el imperialismo occidental, en vez de aprobecharse de las contribuciones positivas que ello conlleva. Confundir globalización con occidentalización conduce a distraer la atención de los muchos beneficios potenciales de la integración global.

Hay evidencias suficientes de que la economía global ha aportado prosperidad a numerosas y diferentes áreas del globo, las experiencias de Europa, Norteamérica, Japón y el Sudeste Asiático tienen importantes mensajes para las demás regiones. No podemos revertir la dificil situación económica de los pobres en el mundo impidiéndoles el acceso a las grandes ventajas de la tecnología contemporánea, a la eficiencia sólidamente establecida del comercio e intercambio internacionales y a las ventajas sociales y económicas que brinda la vida en una sociedad abierta.
Es dificil lograr prosperidad económica sin recurrir a las oportunidades de intercambio y de especialización que ofrecen las relaciones de mercado, aún cuándo la economía de mercado resulte muy defectuosa, no hay manera de prescindir de la institución de los mercados como poderoso motor de progreso económico. Los resultados del mercado se encuentran considerablemente influenciados por las políticas públicas en materia de educación, sanidad, reforma agraria, facilidades de crédito, protecciones legales apropiadas, etc., y en cada uno de estos ámbitos hay trabajo por hacer que puede alterar radicalmente el resultado de las relaciones económicas locales y globales que resultarían de un capitalismo extremo. 

El tema central del debate no reside en la globalización en si misma, ni tampoco en el recurso al mercado como institución, de lo que se trata principalmente es de cómo dar buen uso a los notables beneficios del intercambio económico y del progreso tecnológico en una forma que preste la atención debida a los intereses de los más desfavorecidos y vulnerables.

El principal desafio está vinculado a la desigualdad, a la falta de equidad en el balance general de los arreglos institucionales, tanto entre los países ricos y pobres como entre los diferentes grupos dentro de los países , que da lugar a una distribución muy desigual de los beneficios de la globalización.
Aún si los pobres se enriqueciesen tan solo un poco, esto no significaria necesariamente que están obteniendo una participación justa en los beneficios potencialmente enormes de las interrelaciones económicas globales. La cuestión no está en saber si los pobres también se benefician de la globalización, sino saber si obtienen una participación equitativa y unas oportunidades justas. Esto normalmente es dificil de ver si nos fijamos en los promedios de ciertas magnitudes, como puede ser el PIB per cápita, pues caemos en “la tirania de los promedios” ya que no revela las desigualdades existentes, pues como ha ocurrido es posible que el PIBpc aumente pero al mismo tiempo se incremente la brecha de equidad entre los diferentes estratos de la población. Esto es lo que ha pasado en los diferentes países donde se ha implementado el experimento liberal, una política económica a la que Amartya Sen se refiere como "sangre, sudor y lágrimas" por todo el sufrimiento humano que ha ocasionado allí por donde ha pasado.

En el establishment de economistas hay quienes defienden a capa y espada las “funcionalidades” de las desigualdades. Acostumbran a señalar que contribuyen a acumular capitales en ciertos grupos, que luego reinvertirán y acelerarán el crecimiento, o que son una etapa obligada del progreso. El Banco Mundial, escenario frecuente de controversias, considera desde 2004, tras evaluar los resultados de las experiencias ortodoxas de latinoamérica y el sudeste asiático, que “La mayoría de los economistas y otros especialistas sociales considera ahora la desigualdad como un posible freno para el desarrollo, ha sido un concepto equivocado la idea de que se puede crecer primero y preocuparse por la distribución después”. Esto es algo que parecen ignorar otras instituciones como el FMI o la OCDE, así como economistas y políticos que siguen equiparando prosperidad y crecimiento del PIBpc a pesar de la ineficiencia de las políticas que vienen impulsando desde las últimas tres décadas.

El economista Simon Kuznets, premio Nobel de economía en 1971 por sus labores en el estudio del crecimiento económico, ya nos advirtió en los años 60 al señalar que "hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costes y sus beneficios y en el plazo corto y el largo. [...] Los objetivos de "más" crecimiento deberían especificar de qué y para qué".

Las dimensiones que deberían tenerse en cuenta para saber si una sociedad se favorece de la globalización, junto a los indicadores económicos usuales, aspectos que tienen que ver con el desarrollo social, el desarrollo ambiental, el acceso a la cultura, las libertades y la construcción de la ciudadanía, siendo un eje fundamental de todo ello la educación y la sanidad, la equidad no debe centrarse solamente en cuestiones de ingresos, sino en el acceso a oportunidades,que inciden de una forma más fuerte y directa sobre el desarrollo de las sociedades.

La globalización merece una defensa razonada, pues los puntos señalados por los que protestan por ello no son siempre sensatos, pero también requiere una reforma necesaria para que sus beneficios lleguen a todos los sectores de la sociedad. ¿Será este 2012 el año en que el mundo, en especial occidente, deje de lado la ortodoxia dominante y asuma los retos de la globalización para caminar hacia un desarrollo humano sostenible del que puedan participar todos sus ciudadanos?